Teatro de sombra,Caperucita roja.
Empieza la función:
La caperucita
roja
Había una vez una niña que se llamaba Caperucita Roja, porque
siempre llevaba una capa de color rojo. Un día, su madre le dijo.
Vemos en la pantalla un decorado interior, con la mesa
y la lámpara. Entra por un lado Caperucita y enseguida
por el otro la madre. Previamente pegaremos con cinta
adhesiva la capucha a la silueta de la niña
MADRE. — Toma, Caperucita Roja, coge esta cesta con un bizcocho y
una jarrita de miel y llévasela a la abuela, que está en cama.
Con nuestra mano ponemos la cesta a Caperucita, pegada
con cinta adhesiva que habremos preparado antes.
Pero la madre le recomendó:
MADRE. — No te entretengas por el camino, hay que cruzar el bosque
y es muy peligroso.
La madre sale de la pantalla y cambiamos los elementos
del decorado por el árbol, pasándolos por delante
de la luz para que se desdibujen.
Caperucita con su cesta al brazo se puso en camino. Para ir a casa de
la abuela tenía que atravesar el bosque, pero no le daba miedo porque
siempre encontraba amigos: los pájaros, algún conejo, una ardilla... y
recogía flores para hacer un ramo.
Podemos pegar el ramo en la mano de Caperucita y
hacer pasar un pájaro por el cielo. Después, poco a
poco, entra el lobo.
De repente, vio delante suyo al lobo, enorme, que le preguntó con voz
ronca:
LOBO. — ¿A dónde vas, Caperucita Roja?
CAPERUCITA. — Voy a casa de la abuela, le llevo un bizcocho y miel.
LOBO. — Puedes tomar este camino y yo tomaré el otro. A ver quien
llega antes.
El lobo se va corriendo por un lado. Por el otro hacemos
aparecer el segundo árbol, y así daremos sensación
de bosque espeso.
Caperucita caminaba tranquila y se entretuvo cogiendo flores
CAPERUCITA. — La abuela se pondrá muy contenta con este ramo de
flores tan precioso.
Los árboles y Caperucita desaparecen. Los podemos
llevar hacia la luz o bien cubrirla con un papel oscuro
y dejar la pantalla en negro para hacer el cambio de
decorado. Ponemos la puerta.
Mientras, el lobo llegó a la casa de la abuela, llamó a la puerta y la
viejecita abrió, creyendo que era Caperucita.
El lobo se comió a la abuela de un solo bocado.
El lobo se abalanza sobre de la abuela con un gruñido,
la abuela grita un poco. Sacamos la puerta de entrar y
ponemos la cama, con el lobo barrigón dentro. Podemos
hacerlo por el sistema de cubrir la luz..
El lobo se metió en la cama de la abuela. Al cabo de poco llegó
Caperucita, muy contenta. Se acercó a la cama y vio que su abuela
estaba muy cambiada.
CAPERUCITA. — ¡Abuela, que ojos tan grandes tienes!
LOBO. — Son para mirarte mejor.
CAPERUCITA. — ¡Abuela, que orejas tan grandes tienes!
LOBO. — Son para oírte mejor.
CAPERUCITA. — ¡Abuela, que dientes tan grandes tienes!
LOBO. — Son... ¡para comerte mejor!
Y diciendo esto, el lobo malvado se lanzó sobre la Caperucita y la
devoró, igual que había hecho con su abuela.
El lobo se lanza sobre Caperucita. Los dos gritan. A ella
la sacamos de escena y volvemos a meter al lobo en la
cama, se duerme y se pone a roncar. Dejamos pasar un
momento, y volvemos a la narración.
¿Todo había terminado? ¡No! Mientras, un cazador había visto como el
lobo entraba en casa de la abuela y, desconfiado, quiso ver si pasaba algo.
Entra en escena el cazador con escopeta y se encuentra
al lobo en lugar de la abuela, dormido y roncando.
Cambia el cazador, pon el del cuchillo.
El cazador sacó su cuchillo y abrió el vientre del lobo. La abuela y
Caperucita salieron de la tripa, ¡bien vivas!
Caperucita y la abuela entran en escena, tenemos que
dar la sensación de que salen de la panza del lobo.
El cazador le llenó la barriga de piedras y después se la volvió a cerrar.
Cuando el lobo se despertó tenía tanta sed que se fue corriendo al río
a beber, y como con las piedras pesaba tanto, se cayó y se ahogó.
Mientras lo explicamos, el lobo se levanta balanceándose
como si le rodase la cabeza, y sale de escena.
La Caperucita, la abuela y el cazador bailaron contentos porque se
habían librado del lobo.
Todos bailan. Podemos poner un cartel de “FIN”
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