Cuento escrito,El Jorobado de Norte Dame.
EL JOROBADO DE NORTE DAME
Esta historia que estás a punto de
conocer sucedió en París, en una época muy lejana. Se trata de una
leyenda que se mantuvo en secreto por muchos años en la catedral de
Notre Dame.
En realidad, era un lugar muy hermoso, un edificio inmenso y
deslumbrante cuyas torres se alzaban hasta el cielo. Cuentan las
personas de aquel tiempo, que las paredes de la catedral encerraban un
misterio horroroso, pero otras aseguraban que, en realidad, se trataba
de una historia de amor como pocas. Esto fue lo que sucedió:
Los niños y los comerciantes que
merodeaban cerca de Notre Dame, se horrorizaban cada cierto tiempo con
una silueta extraña que se desplazaba por las campanas de la catedral,
sobre todo en las noches.
Algunos ancianos decían que se trataba de un
espíritu, mientras que otros aseguraban que se trataba de una temible
bestia peluda que expulsaba fuego por los ojos. La verdad, no era ni una
cosa ni la otra, sino un ser humano común que había nacido con una
peculiar deformidad en su espalda.
Aquel jorobado de Notre Dame se llamaba
Quasimodo, y era un joven muy tímido de noble corazón que había sido
condenado a vivir en el interior de la catedral desde los primeros días
de su vida.
Quasimodo estaba acostumbrado a la soledad del campanario, y
todos los días se dedicaba a repicar las campanas y mantener limpio el
lugar. El obispo de Notre Dame, de nombre Frollo, era el encargado de
mantener al jorobado atrapado en lo alto, y según dicen, era una persona
malvada que maltrataba al pobre muchacho y no le tenía el menor cariño.
Con el paso del tiempo, Quasimodo creció
y sintió una enorme curiosidad por conocer el mundo bajo sus pies. Así
fue que, una tarde de verano en que se celebraba el Festival de los
Bufones, el noble jorobado decidió descender del campanario para
participar de la fiesta. Al comienzo, tuvo mucho miedo de no ser
aceptado, pero a medida que avanzaba entre las personas, pudo reconocer
que todos eran muy amables con él.
Había avanzado algunas calles cuando
arribó a un espectáculo maravilloso, era una danza seductora
interpretada por la gitana Esmeralda, y al verla, Quasimodo quedó
encantado con el aspecto de la bella joven. Esmeralda, también fue muy
amable con él, e incluso, le invitó a unirse a la fiesta. Más tarde, el
capitán Febo, enamorado de la gitana, también apareció y entabló una
hermosa amistad con Quasimodo.
Todo aquello le resultó detestable al
obispo Frollo, quien enardecido de rencor y odio, decidió apresar a Febo
y a Esmeralda para que recibieran un castigo inmerecido. Quasimodo
también fue castigado y obligado a regresar al campanario. Durante
varios días, el jorobado permaneció encadenado sin poder moverse apenas,
y durante ese tiempo se lamentaba de la maldad del mundo, y de personas
que, como su amo Frollo, no tenían pureza de corazón.
Finalmente, arribó el día en que el
capitán Febo y su amada Esmeralda serían condenados. Las personas se
reunieron en torno a la catedral, donde yacían encadenados sobre el
estrado los dos enamorados. Cuando el verdugo se disponía a ejecutarlos,
se oyó un temible sonido desde lo alto del campanario. ¡Era Quasimodo!
El jorobado se había librado de las cadenas y con gran agilidad arribó
ante sus dos amigos para liberarlos.
El pueblo comenzó a gritar para apoyar a
Quasimodo, pero el obispo Frollo se llenó de una ira incontenible.
Rápidamente, el jorobado rompió las cadenas de Esmeralda y del capitán
Febo, y reunidos en un abrazo lograron sonreír por primera vez después
de largo tiempo. Las personas allí reunidas se sumaron a la celebración,
y con gran entusiasmo gritaban el nombre de Quasimodo y le aplaudían
por su gran heroísmo.
El obispo Frollo no pudo hacer mucho al
respecto, y desde entonces, el jorobado de Notre Dame consiguió librarse
de los castigos de su amo y vivir entre las personas como un verdadero
héroe, que aunque jorobado y de aspecto extraño, poseía un corazón puro y
noble.
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