El frasco de cristal de los recuerdos.
Sé que aún eres muy pequeña/o para poder
leer por ti misma/o todo esto; pero el día que puedas hacerlo, y cuando
llegues a esta parte de mi carta, te voy a pedir algo... ¿Te acuerdas del cuento del Duende que vivía en u parque? ¿Sí?... Ahora cierra tus ojos e imagina lo siguiente:
Un buen día, ese duendecito que
vivía en un parque, estaba muy, muy aburrido y vació su frasco de sueños
para irse por ahí a recolectar otra cosa. Caminó por las calles y se
subía donde pudiera para poder asomarse a través de las ventanas para
ver que cosas encontraba (acuérdate que él era muy chiquito de tamaño).
Su
nariz redonda y de color rosita, casi se hizo plana por tanto tiempo
que permanecía a veces pegado a los cristales en su intento por
encontrar algo especial. Así fue como descubrió que existían los recuerdos...
Unos recuerdos que en cada uno de ellos reflejan como estoy enamorada/o desde el primer día en que te vi.
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