Cuento"La historia de carnaval".
HISTORIA DE CARNAVAL
Erase
una vez, en un país muy muy lejano, una pequeña princesa que vivía en
un bonito palacio. Tenía todas las cosas con las que cualquier niño
puede soñar pero la princesa no era feliz.
Fuera
del palacio era primavera y los niños y niñas del reino se divertían
entre las flores que adornaban el campo. La princesa los contemplaba
triste desde su ventana, deseando ser una más. Su padre, el rey, le
había advertido muy serio:
- Debes
quedarte en el palacio, hija. Todos saben que eres la princesa del
reino y que por ello, no pueden tratarte como a los demás.
Pasaban
los días y la princesa continuaba sentada frente a la ventana, cada vez
más triste, sintiéndose tremendamente desgraciada. El rey la observaba
apenado, sin saber cómo hacer feliz a su querida hija.
Un día, el problema llegó a oídos de uno de los caballeros reales, que acudió en seguida a hablar con su majestad.
- Señor,
creo que yo podría encontrar la solución. Si me da permiso, partiré
esta misma noche y mañana estaré de vuelta con algo que podrá ayudar a
la pequeña princesa.
El
rey aceptó emocionado y, como el caballero había dicho, cabalgó toda la
noche hasta llegar al Reino de Carnaval.
Una vez allí, se dirigió al
castillo donde habitaba el rey del país. Tenía fama de tener un armario
enorme con millones y millones de cosas, más de las que nadie pudiera
imaginar. Lo que no sabía el caballero era que había algo que ese rey
odiaba profundamente: los niños. En silencio, escuchó el problema de la
pequeña princesa y se dirigió a su gran armario. Mientras reía
malvadamente pensó:
- Le daré una máscara horrible para que todos los niños sientan miedo y nunca jamás quieran jugar con ella.
El
caballero cogió la caja que le entregó el rey Carnaval y, sin sospechar
sus malvadas intenciones, regresó al reino y entregó a la princesa la
solución a su problema.
La
pequeña princesa miró extrañada la máscara, pero pensando que no tenía
nada que perder, se la puso y salió a jugar con el resto de los niños.
La contemplaron durante un largo rato, cuchicheando entre ellos, y poco a
poco se fueron acercando. Al contrario de lo que el Rey Carnaval había
planeado, los niños rieron divertidos y aceptaron encantados jugar con
aquel personaje enmascarado.
Al descubrir quién era la niña con la que tan bien lo habían pasado todos la abrazaron y el rey, maravillado, decidió celebrar todos los años la llegada de la primavera con una fiesta muy especial: todos los habitantes del reino llevarían mascaras y disfraces para poder ser, por un día, el personaje que deseen.
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