Cuento,el fotógrafo detective.
El fotógrafo detective
Autor:Eva María Rodríguez
A partir de 6 año
Valores:trabajo, aceptación
Torcuato trabajaba duro en su estudio de fotografía para
mantener a sus cinco hijos. Pero, a pesar de su buen trabajo, Torcuato
ganaba lo justo para sobrevivir.
Un día, cuando Torcuato llegó a su estudio, se encontró con una desagradable sorpresa. ¡Alguien había entrado a robar! Todos los equipos habían desaparecido y el local estaba destrozado.
Torcuato llamó a la policía, que acudió de inmediato.
-¿Qué voy a hacer ahora? -se lamentó Torcuato.
-El seguro se hará cargo de todo -le dijo uno de los policías.
-Eso ya lo sé -dijo Torcuato-. Pero eso llevará tiempo y, mientras tanto, yo tengo que dar de comer a mis hijos.
-¿Por qué no nos ayudas? -dijo el capitán de policía. Torcuato y él eran amigos desde niños.
-Gracias, capitán, pero tengo que buscar un trabajo cuanto antes para pagar las facturas -dijo Torcuato.
-Nosotros te contrataremos como asesor en esta investigación -dijo el capitán.
-Pero, ¿qué puedo hacer yo para ayudar a la policía? -respondió Torcuato-. Soy fotógrafo, no detective.
-Tú mejor que nadie conoce cómo va esto -dijo el capitán-. Seguro que sabes dónde pueden vender los ladrones lo que han robado y cómo encontrarlos.
-La verdad es que sí -dijo Torcuato-. También sé qué tipo de gente compra cosas de segunda mano y conozco gente a la que le han ofrecido alguna vez material de dudosa procedencia.
-¿Robado, quieres decir? -preguntó el capitán.
-Exacto -respondió Torcuato.
-Perfecto -dijo el capitán-. Manos a la obra.
En menos de una semana la policía, con ayuda de Torcuato, localizó todo lo que le habían robado. Y no solo eso. También desarticularon una peligrosa banda de ladrones a sueldo y la banda de tráfico de artículos robados más buscada del continente.
Después de mostrar su gran valía el capitán ofreció a Torcuato un trabajo en la policía como fotógrafo y asesor a tiempo parcial. A Torcuato, que no le venía mal un trabajo extra y le había gustado eso de luchar contra el crimen, aceptó.
Desde entonces se acabaron los apuros económicos de Torcuato, que se convirtió en una de las personas más populares y queridas de la ciudad.
Un día, cuando Torcuato llegó a su estudio, se encontró con una desagradable sorpresa. ¡Alguien había entrado a robar! Todos los equipos habían desaparecido y el local estaba destrozado.
Torcuato llamó a la policía, que acudió de inmediato.
-¿Qué voy a hacer ahora? -se lamentó Torcuato.
-El seguro se hará cargo de todo -le dijo uno de los policías.
-Eso ya lo sé -dijo Torcuato-. Pero eso llevará tiempo y, mientras tanto, yo tengo que dar de comer a mis hijos.
-¿Por qué no nos ayudas? -dijo el capitán de policía. Torcuato y él eran amigos desde niños.
-Gracias, capitán, pero tengo que buscar un trabajo cuanto antes para pagar las facturas -dijo Torcuato.
-Nosotros te contrataremos como asesor en esta investigación -dijo el capitán.
-Pero, ¿qué puedo hacer yo para ayudar a la policía? -respondió Torcuato-. Soy fotógrafo, no detective.
-Tú mejor que nadie conoce cómo va esto -dijo el capitán-. Seguro que sabes dónde pueden vender los ladrones lo que han robado y cómo encontrarlos.
-La verdad es que sí -dijo Torcuato-. También sé qué tipo de gente compra cosas de segunda mano y conozco gente a la que le han ofrecido alguna vez material de dudosa procedencia.
-¿Robado, quieres decir? -preguntó el capitán.
-Exacto -respondió Torcuato.
-Perfecto -dijo el capitán-. Manos a la obra.
En menos de una semana la policía, con ayuda de Torcuato, localizó todo lo que le habían robado. Y no solo eso. También desarticularon una peligrosa banda de ladrones a sueldo y la banda de tráfico de artículos robados más buscada del continente.
Después de mostrar su gran valía el capitán ofreció a Torcuato un trabajo en la policía como fotógrafo y asesor a tiempo parcial. A Torcuato, que no le venía mal un trabajo extra y le había gustado eso de luchar contra el crimen, aceptó.
Desde entonces se acabaron los apuros económicos de Torcuato, que se convirtió en una de las personas más populares y queridas de la ciudad.
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