Cuento unas vacaciones especiales.
Unas vacaciones especiales
Carmen y Sergio se van este año al pueblo de sus padres a ver a sus abuelos. Los pequeños llevan soñando con verles desde que sus padres les contaron que pasarían todo el verano con ellos, pues durante el resto del año casi es imposible verles por el trabajo de sus padres y el colegio de los niños.
Faltan pocos días para el viaje y los dos niños están emocionadísimos con la idea de pasar el tiempo con sus abuelos pues, a pesar de tener casi los 70, cuando llegan sus nietos parecen quitarse casi veinte años de encima y todos los años al menos un par de veces, cogen su pequeño coche y se los llevan de excursión a un lago situado a pocos kilómetros de su casa y allí pasan todo el día hasta que anochece y cansados regresan a su casa.
Llega el esperado día y los padres de Carmen y Sergio están terminando de hacer sus maletas para meterlas en el coche.
-¿Habéis metido todo lo que queréis llevaros a casa de los abuelos? – pregunta su padre antes de cerrar las maletas.
– Si, papá.- contestan los hermanos al unísono.
– Pues si todos estáis listos, ya nos podemos marchar. Como tardemos mucho más al final acabaremos en un atasco. – sugiere Conchi.
No han terminado sus padres de cerrar la puerta de casa y los niños echan una carrera para ver quien llega antes al coche. Entre risas y algún que otro empujón, Sergio acaba ganando a su hermana.
-¡Gané! Carmen, venga que eres muy lenta. – dice Sergio entre risas.
– Claro, empujando así cualquiera gana. – se queja Carmen.
– Queréis dejar de pelearos y subir al coche. – les dice su padre abriendo las puertas de este.
Corriendo dejan sus pequeñas mochilas en el maletero y se sienta cada uno en su silla de seguridad, abrochándose los cinturones. Conchi, les da un último repaso para asegurarse de que los cinturones están bien colocados y una vez todos en el interior del coche, arranca el coche y emprenden el viaje que les llevará a casa de los abuelos Pedro y Carmela.
Durante el viaje, Carmen y Sergio se entretienen adivinando el color de los coches que les adelantan y tarareando las canciones conocidas que se escuchan en la emisora que han sintonizado sus padres. La mayoría de las canciones son las que más éxito están teniendo este verano y los pequeños están encantados, tanto que cuando quieren preguntar cuánto tiempo falta para llegar a casa de los abuelos, están casi en la esquina de su casa.
El día pasa muy rápido y casi sin darse
cuenta llega la noche y el momento de irse a la cama.
Con tantas emociones ni Carmen ni Sergio
consiguen conciliar el sueño y le piden a su abuelo que les cuente un cuento.
-Voy a hacer algo mejor – les dice el
abuelo con una sonrisa como la de un niño travieso.
-¿¿Qué?? – preguntan curiosos sus pequeños
nietos.
– Os voy a contar lo que vamos a hacer en
estas vacaciones.
Pedro comienza a contar los planes que ha
hecho junto a la abuela Carmela desde que les dijeron que pasarían el verano
con ellos. Excursiones, pesca, visitar a los primos que viven en el
pueblo de al lado… Pequeñas cosas que tanto a Carmen como Sergio le parecen
grandes aventuras, pues llevan todo el año deseando ver a sus abuelos y pasar
más tiempo con ellos y no tan sólo un fin de semana.
Poco a poco van cerrando sus ojos y se
quedan dormidos por el cansancio que les ha provocado un día lleno de
actividades y emociones.
Ambos sueñan con las grandes vacaciones
que van a pasar con su familia y con unos abuelos que para ellos son los
mejores del mundo.
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